Desde el aumento de la ciberdelincuencia hasta la necesidad de prevenir actos terroristas, los gobiernos buscan nuevas herramientas para proteger a la ciudadanía. La IA revoluciona la biovigilancia, ya que puede transformar la forma en la que se detectan y previenen los delitos.
La Biovigilancia con IA
La biovigilancia ha evolucionado notablemente en su utilización para la seguridad pública. La IA potencia esta disciplina al analizar grandes volúmenes de datos provenientes de cámaras de seguridad, redes sociales, registros policiales, datos biométricos, entre otros. A través de algoritmos avanzados de aprendizaje automático, la IA puede identificar patrones de comportamientos sospechosos y alertar a las autoridades de manera proactiva.
Los sistemas de videovigilancia impulsados por IA pueden analizar en tiempo real el comportamiento de las personas en espacios públicos. Detectan movimientos erráticos, aglomeraciones inusuales, objetos abandonados o incluso expresiones faciales que sugieran peligro. El reconocimiento facial, aunque controvertido, también se utiliza para identificar a personas con antecedentes penales o en listas de búsqueda.
Basándose en datos históricos de delitos, información geográfica y factores socioeconómicos, la IA genera mapas de calor que predicen zonas con mayor probabilidad de actividad delictiva. Esto permite una asignación más eficiente de recursos policiales y una mayor prevención.
En las Redes Sociales, la IA rastrea mensajes con lenguaje amenazante, incitación a la violencia, planificación de actos delictivos o difusión de información falsa. Esto ayuda a prevenir potenciales incidentes y a identificar a individuos radicalizados.
En el ámbito financiero, la IA detecta patrones inusuales en transacciones bancarias, solicitudes de crédito o actividades en línea que podrían indicar un fraude o un ciberataque.
Los Desafíos Éticos.
El uso de la IA en la biovigilancia plantea importantes dilemas éticos. Si durante su entrenamiento sólo se le proporciona imágenes de un grupo de latinoamericanos cometiendo delitos, la IA asumirá que esas personas son potencialmente peligrosas. La recopilación masiva de datos personales, el riesgo de sesgo algorítmico que podría discriminar a ciertos grupos, la posibilidad de falsos positivos y la invasión a la privacidad son preocupaciones legítimas. Es crucial establecer marcos legales y éticos sólidos que regulen el uso de estas tecnologías, garantizando la transparencia, la rendición de cuentas y el respeto a los derechos fundamentales. El debate sobre el equilibrio entre seguridad y libertad individual está más vigente que nunca.